Las personas que consumen pescado de forma habitual reducen en más de un 30% padecer desórdenes neuropsiquiátricos.
A esta conclusión ha llegado la Universidad de Navarra después de elaborar un estudio que se enmarca en el proyecto SUN. Este estudio concretamente, revela que las personas que al menos lo ingieren moderadamente, gracias a los ácidos grasos omega-3 que aporta el consumo de pescado, reducen en más de un 30% el riesgo de padecerlos.
El estudio explica la relación inversa entre el pescado y el riesgo de padecer trastornos mentales a través de algunos mecanismos biológicos. Los ácidos grasos Omega-3 se encuentran presentes en el sistema nervioso central e intervienen en procesos relacionados con la comunicación interneuronal y el impulso nervioso.
Hasta la fecha teníamos constancia de los beneficios que aporta el consumo de pescado y sus ácidos grasos omega-3 en pacientes con patologías coronarías o con unos altos niveles de triglicéridos. Pero es ahora cuando salen a la luz algunas investigaciones que dan unos resultados positivos del papel que ejercen estos beneficios en el funcionamiento adecuado de los sistemas nerviosos incluidas algunas patologías psiquiátricas como los trastornos de ansiedad, desórdenes bipolares o depresión.
Este estudio ha sido elaborado por los departamentos de Psiquiatría de la Universidad de Navarra junto con el de Medicina Preventiva y Salud Pública del campus pamplonés y de la Universidad de Las Palmas.
Los autores llevaron a cabo un seguimiento de 7.903 licenciados universitarios a lo largo de dos años. En ese periodo de tiempo, se detectaron 173 casos nuevos de depresión y 335 cuadros médicamente diagnosticados de trastornos de ansiedad.
Lo malo ha sido que los investigadores también descubrieron que, así como los niveles moderados reducían el riesgo, en cambio un consumo muy alto de estos alimentos junto con un incremento en la ingesta durante el seguimiento se asociaba con una mayor probabilidad de sufrir depresión.
¿La causa? Pues creen que reside en el mercurio, que está presente en el pescado y que después pasa al consumidor, el que puede provocar un daño neurológico.
Según los médicos que elaboraron el estudio, «hay evidencias de que los componentes de esta sustancia tienen efectos negativos en enfermedades como el Alzheimer, pérdida de memoria, autismo o depresión.
Aunque también quitan «hierro» al asunto ya que esta hipótesis, según dejan claro, «requiere confirmación y futuros trabajos», y no descartan otros motivos.