Así se desprende del estudio «Alimentación, consumo y salud», presentado esta mañana por la Fundación «la Caixa«, que analiza los problemas que están emergiendo en relación con estos ámbitos, condicionados en gran parte por la forma de vida que llevamos.
Según el estudio, la dificultad de compatibilizar los hábitos de la vida modernos, asociados a la mala alimentación que esto acarrea en el núcleo familiar (aumento de la obesidad) puede pasar que por primera vez en la historia de la humanidad, los hijos tengan menor esperanza de vida que sus padres, debido en gran parte, a las enfermedades que la obesidad tiene asociadas.
Entre las enfermedades que puede acarrear la obesidad infantil, definida por la Organización Mundial de la Salud (OMS) como la epidemia del siglo XXI, están aquellas que son provocadas por unos elevados niveles de la presión arterial, glucemia y colesterol. Diabetes tipo 2 y un aumento considerable de riesgo cardiovascular.
Parece una paradoja, pero cuando más información tenemos sobre nutrición y la cantidad de alimentos que hay en el mercado, sabemos sus características y propiedades. Peor los tratamos, y lo que es más importante, peor se come.
Como bien han dicho en la presentación, hace unas décadas que había carencia de alimentos en España.
Nuestras abuelas o madres nos alimentaban más o menos bien, ellas eran las que organizaban la casa, las que hacían la compra y decían qué y cuándo se comía. Ahora, en una casa que trabajan los dos padres (en muchos de los casos), hay sobreabundancia de todo.
Aprendemos lo que es bueno para comer a través de los medios de comunicación, las revistas o internet, por lo que la información que recibimos es la de instituciones que dan recomendaciones basadas en conocimientos científicos, llevando a muchos al desconcierto.
No hay tiempo muchas veces para nada. Para ir a comprar verduras frescas, pescado del día, visitar la carnicería de la esquina. No, ahora es todo con prisas. Ir al súper, cargar el carro rápido, con lo que sea, y que nos dure por lo menos una semana. Si no tenemos comida en la nevera lo más rápido y eficaz es encargar una pizza por teléfono.
El informe nos anima. Nos dice que los niños que pesaron menos de 3,5 kilogramos al nacer o los que recibieron lactancia materna en los tres primeros meses de vida presentan menos tasas de obesidad, al igual que los que consumen frutas y verduras o realizan un desayuno completo.
Ahora, también nos advierte diciendo que los niños sedentarios, los que dedican mucho tiempo a ver la televisión o a jugar con el ordenador y los que consumen excesivamente productos azucarados, bollería, embutidos y refrescos son los perfectos candidatos a ser niños obesos o lo que es lo mismo, futuros adultos enfermos.
La obesidad induce a enfermedades crónicas que acortan la vida como ya sabemos (diabetes, hipertensión), y en el caso de jóvenes de entre 12 a 18 años que la padecen pueden desarrollar 30 años antes de lo previsto factores de riesgo, que pueden derivar en una mortalidad prematura o una esperanza de vida más corta.
El futuro que dibujan los expertos que han elaborado el informe apuesta por la implantación de dietas individualizadas, ya que algunas personas consumiendo lo mismo alcanzan sobrepeso y desarrollan enfermedades, como alergias, mientras que otras no.
Cuantas veces habremos escuchado eso de «parece mentira que comiendo lo mismo, tú estés más delgado que yo».
Esta sociedad de ahora está todo estructurada. Donde y cuando trabajamos. Sabemos con meses de antelación cuando cogemos vacaciones y donde vamos a ir. Qué fin de semana vamos a ir al cine o que día del mes que viene tenemos hecha una reserva para un buen restaurante.
¿Por qué si tenemos todo planificado, no sabemos que vamos a comer mañana?
Vía: actualidad_terra
Más información: Informe la Caixa