Según un estudio, incluir aceite de oliva en la dieta diaria ayuda al organismo a mantener la sensación de saciedad y a prolongar el tiempo entre comidas.
La investigación realizada por un grupo internacional de científicos y dirigido por el Dr. Daniele Piomelli, profesor de farmacología en la Universidad de California (Estados Unidos), ha revelado que el ácido oleico, presente en el aceite de oliva y otros aceites insaturados (considerados «sanos»), contribuye a aplacar el hambre, por ahora, en los animales de laboratorio.
Esto es debido a que el ácido oleico que llega al intestino delgado entra en las células que lo revisten (a través de un transportador llamado CD36) y allí se convierte en la hormona OEA (oleiletanolamida). Según la investigación, esta hormona es la responsable de notificar al cerebro de que se ha comido lo suficiente y hay que parar de ingerir alimentos.
Esta no es la primera vez que se descubre este beneficio de la hormona OEA, estudios previos, también en animales de laboratorio, habían demostrado que la oleiletanolamida contribuye a aplacar el hambre, después de que su administración redujera la frecuencia de las comidas y, consigo, el peso y los niveles de colesterol y triglicéridos en sangre de los animales.
El Dr. Daniele Piomelli, explica que éste es uno de los muchos sistemas que tiene el cuerpo de controlar la ingesta, y que una dieta inadecuada puede llegar a anularlo. Una dieta, por ejemplo, rica en grasas saturadas, donde el ácido oleico apenas está presente.
De confirmarse este experimento también en humanos, el descubrimiento del papel del ácido oleico en el control del hambre abre la posibilidad de que la razón de que algunas personas tiendan a comer demasiado pueda encontrarse en alguna alteración de ese mecanismo sensor.
Según el propio equipo de científicos, se podrían desarrollar estrategias tanto nutricionales como farmacológicas para reforzar ese dispositivo de control del apetito en casos de obesidad u otro tipo de desorden alimentario.
Este descubrimiento, según señala Piomelli, permitirá diseñar una nueva clase de fármacos que aprovechen los mecanismos naturales del organismo para controlar el apetito.
En el estudio, publicado en la revista Cell Metabolism, han participado investigadores de la Universidad de California, la Universidad Yeshiva en New York (EE.UU.) y la Universidad de Roma (Italia).
Vía: elconfidencial