Hasta el año 1906 no se empleó por primera vez a nivel médico la palabra «alergia».
No es que antes no hubiera alérgicos, que hasta Hipócrates dejo constancia de que en la antigua Grecia, también había ciertas reacciones anormales con la comida.
Muchos siglos después, en la actualidad, científicos y médicos investigan en este campo, en un esfuerzo por comprender la causa de que determinados alimentos provoquen una reacción adversa en algunos cuerpos.
Estas reacciones adversas, también llamadas alergias o intolerancias alimentarias, pueden caracterizarse por síntomas parecidos, que no iguales, producidos por muy diferentes causas.
Las alergias son reacciones de tipo inmune a ciertas sustancias, mientras que las intolerancias se producen cuando un individuo no tiene los enzimas necesarios para digerir una sustancia determinada.
Las alergias e intolerancias de origen alimentario han sufrido un notable incremento desde los últimos 25 años. Debido en parte a factores genéticos y ambientales. Otras de las circunstancias que parecen influir en el aumento de este tipo de patologías han sido la introducción de alimentos “transgénicos” en nuestra dieta.
Hace poco conocimos que el 25% de la población española tiene alergia a algún alimento, pero ¿sabemos realmente que son las alergias e intolerancias alimentarias?
Las alergias alimentarias se producen cuando el sistema inmunológico de nuestro cuerpo, que es el encargado de protegernos frente a las proteínas extrañas dañinas, reacciona ante un determinado alimento.
Es decir, si una persona alérgica al chocolate, por ejemplo, come sin querer un alimento que tenga «trazas» de chocolate, de forma inmediata, su sistema inmunológico producirá anticuerpos alérgicos que atacarán esas sustancias alimenticias como si se tratasen de toxinas, provocando la liberación de sustancias químicas corporales (anticuerpos), como la histamina, que causan síntomas alérgicos como estornudos, asma, erupciones cutáneas, náuseas, diarrea, hinchazón y dolores de cabeza entre otros muchos más.
Aunque no siempre se producen reacciones adversas de manera rápida, ya que algunas reacciones alérgicas tardan horas o incluso días en desarrollarse desde el momento de la exposición a la proteína extraña. Estas alergias se denominan normalmente «reacciones de hipersensibilidad retardada«.
Los alérgenos alimentarios más comunes son el trigo, los productos a base de leche, los huevos, el pescado, los crustáceos y los moluscos, los frutos secos, las semillas de soja, la levadura y la carne, principalmente la de vacuno y la de cerdo.
Afortunadamente, la mayoría de las reacciones alérgicas a estos alimentos son relativamente leves, pero las hay que no lo son y pueden ser mortales para quien las padece.
Estas reacciones alérgicas se las conoce como anafilaxis o «shock anafilácticos«. Son inmediatas desde la exposición a la sustancia extraña y como tal requiere tratamiento médico inmediato. Los frutos secos son uno de los alimentos que más «shock anafilácticos» producen y quien los sufre puede morir de una parada cardiaca, a no ser que se le administre inmediatamente adrenalina, para abrirle las vías respiratorias.
Si bien es cierto que la intolerancia alimentaria puede tener unos síntomas similares a los de una alergia (náuseas, diarrea, dolor abdominal, etc.), en este tipo de «alergia» el sistema inmunológico no interviene en las reacciones que se producen de la misma manera.
La intolerancia alimentaria se da cuando nuestro cuerpo no puede digerir correctamente un alimento o uno de sus componentes. Mientras que las personas que tienen realmente alergias alimentarias necesitan generalmente eliminar el alimento causante de su dieta, las personas que sufren una intolerancia pueden consumir pequeñas cantidades del alimento o del componente alimenticio, sin que se den síntomas, excepto en el caso de personas que sean sensibles al gluten o al sulfito. Que no pueden tomar nada.
Las intolerancias más corrientes son a la lactosa, al gluten (Celíacos), a los sulfitos y otras más.
Descubrir si tenemos una alergia o intolerancia alimentaria y encontrar el alimento que la causa, a veces, puede resultar muy difícil.
Las condiciones en las que una persona toma el alimento sospechoso también puede influir. El estrés, las infecciones y las carencias de nutrientes pueden afectar el sistema inmunológico y hacer que la persona sea más propensa a sufrir una reacción alérgica a la comida.
Para diagnosticar adecuadamente una alergia o intolerancia alimentaria se pueden utilizar métodos de detección científicamente válidos: inyecciones subcutáneas, el test absorbente Alergo Radio (IgE TAAR), las dietas por eliminación, la electro acupuntura, el test de hidrógeno, etc.
Si alguno piensa que puede estar sufriendo una respuesta alérgica a determinadas sustancias alimenticias, lo primero que debe hacer es ir a urgencias y después al médico de cabecera, más que nada para asegurarse de que los síntomas no se deben a otra enfermedad y para que éste nos remita a un especialista.
Más información: eufic.org
Más información: Formación Alergológica para Restauradores (FAR)
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