No se si conocerás este tipo de pasta denominada Gigli, Campanelle o Riccioli.
Es una pasta italiana procedente de Florencia (Italia), con forma de flor ribeteada, símbolo de la ciudad que la vio florecer, el Lirio.
Es del tipo de pasta seca, elaborada con sémola de trigo duro y agua, aunque luego puede variar de sabor y color si se le añade a la receta original otros ingredientes como puede ser huevo, tomate, espinacas, remolacha, tinta de calamar, etc.
Después de preparar la pasta, se la corta con unos moldes de bronce (que le aportan un aspecto rugoso y más artesanal) y se la deja secar lentamente a baja temperatura. Luego es envasada y lista para comercializar.
Aunque parezca una pasta «dura» de cocer se prepara en un santiamén. El tiempo que requiere de cocción es de 7 a 10 minutos, más o menos como los macarrones, con abundante agua, sal y un hilo de aceite de oliva.
Una vez cocida se la puede acompañar con una rica salsa a base de tomate, trozos de verdura (berenjena, calabacín, etc.) y queso rallado o ser un ingrediente principal en sopas, caldos y hasta en ensaladas.
Antes sólo se podía comprar este tipo de pasta «rara» en tiendas gourmet o especializadas, ahora se ha vuelto más accesible, y también se encuentran en grandes superficies.
Nutricionalmente el Gigli tiene unos valores medios por 100 gr. de 345 kcal.; 11,3 gr. de proteínas; 71,9 gr. de hidratos de carbono; 3,5 gr. de fibra alimentaria y 1,3 gr. de grasas.
Aunque no te dejes engañar, el Gigli auténtico es el elaborado de forma artesanal importado de Italia.