La salicornia, también conocida como espárrago de mar, es una planta con unas propiedades únicas, aptas para casi todo el mundo.
Esta es una planta halófila, es decir, que crece en zonas donde se concentra agua salada, de ciclo anual. Esto quiere decir que en un periodo de un año, la plata de la salicornia cumple todas sus funciones: nace, crece y se seca, desprendiendo en esta última fase sus semillas, de donde volverán a crecer las nuevas plantas.
El hábitat de las plantas de salicornia son las costas, manglares, estuarios y suelos salinos, donde crece a sus anchas. Esto confiere a la planta un sabor yodado o marino, por no decir salado y un pelín amargo. Esta característica, además de su apariencia y textura, es la que hace que la salicornia se asemeje al espárrago triguero.
De la salicornia se han aprovechado durante mucho tiempo la industria del vidrio y la cosmética, aunque la alimentaria es donde más se emplea gracias a sus grandes propiedades nutritivas y es rica en proteínas, hidratos de carbono, ácidos grasos insaturados, vitaminas y minerales como el calcio, magnesio, sodio, potasio, y yodo.
Además de sus semillas se extrae aceite de salicornia.
En cocina la salicornia puede ser empleada cruda, cocida, o salteada. Como entrante, acompañamiento de otros platos o simplemente a modo de decoración. Aunque esto último es lo de menos, porque la salicornia sorprende tanto visualmente como en el paladar.
Podemos encontrar la salicornia fresca, solo los brotes más tiernos, en envases situados en la zona de refrigerados de tiendas de productos gourmet o en las mejores fruterías.