El madroño, este «desconocido» fruto asociado a la ciudad de Madrid (junto al oso), fue muy apreciado en el pasado por la gastronomía árabe.
El madroño es el fruto de un arbusto denominado “Arbutus Unedo“, de hoja perenne color verde oscuro, originario de los litorales de la Europa meridional, que florece durante el otoño y que tarda alrededor de un año en madurar, por lo que coincide, entre mediados de octubre y diciembre, la floración con la recolección de los frutos.
Cuando el madroño está maduro presenta un color rojo intenso y ,tanto si los compramos en las fruterías o vamos al campo a recolectarles, debemos elegir los que presenten un mejor aspecto visual, sin golpes ni magulladuras ya que son un tipo de fruta muy perecedera que conviene consumirla a la mayor brevedad posible.
El madroño, cuando está maduro, contiene un 10% de alcohol invertido, por lo que antiguamente solían utilizar este fruto para elaborar orujos y vinagres.
Los usos del madroño son muchos, pero quizás el más conocido sea el uso que se le da en la cocina, aunque apenas tengan sabor y sean algo insípidos.
Son ricos en azúcar invertido, pectina y ácido málico, por lo que suelen emplearse para elaborar gelatinas, mermeladas y confituras, aunque también pueden consumirse crudos. Una vez elaborado es ideal para aderezar carnes, caza y, sobre todo frutas exóticas.
Aunque, como en el cerdo, del madroño se emplea todo, hasta las raíces.
Entre las muchas aplicaciones de este arbusto, cabe destacar también que las hojas y la corteza contienen taninos, por lo que se han utilizado para curtir pieles y, en medicina popular, como astringente.
Su raíz, una vez cocida, se emplea contra la hipertensión, aunque, también se le atribuyen propiedades antiinflamatorias y antirreumáticas.
La corteza y las hojas del madroño son indicadas en caso de afecciones urinarias. Una vez cocidas durante media hora, se dejan que reposen, se cuela la infusión y ya se puede tomar.
¿Conoces tu alguna receta que tenga al madroño como uno de sus ingredientes? ¿Nos la cuentas?
