Del pollo, al igual que del cerdo, se aprovecha hasta los andares. Y esto es literal. Tanto es así, que dos empresas españolas se pelean por quedarse con un gran negocio como son las patas de pollo.
¿Qué puede hacer una de las mayores empresas avícolas y ganaderas de Galicia, por ejemplo Coren, con 12.000 toneladas de patas de pollo? Si, patas de pollo. Un producto cuya comercialización para el consumo humano en la Unión Europea está totalmente prohibida, al igual que el resto de patas de aves, y para el que la ley exige su eliminación.
La pregunta puede parecer algo rara, más si tenemos en cuenta el poco valor que tiene ese producto en Europa. Pero si os decimos que este producto en China es toda una delicatessen y cuyo consumo asciende a más de 500.000 toneladas al año, la cosa cambia ¿verdad?
La cooperativa gallega Coren firmó un contrato con la firma vizcaína Outro Polo por el cual la primera se comprometía a vender a la empresa vasca 12.000 toneladas de patas de pollo, para que esta última, se deshiciese de ellas.
Pero no en el País Vasco, ya que Outro Polo, tras la firma del acuerdo de suministro, invirtió en una maquinaria especial realizada a medida de sus necesidades para tratar las patas de pollo, previa inversión de 200.000 euros, e integró el proceso de elaboración junto a las instalaciones de Coren. Concretamente en un pabellón que la cooperativa gallega construyo ex profeso junto a su matadero, el principal matadero de aves de España, con la ayuda de varias subvenciones de la Xunta de Galicia.
¿Y cómo se «destruyen» 12.000 toneladas de patas de pollo? Muy sencillo. Tras procesar, envasar y congelar las patas de pollo, Outro Polo las vendía a China en contenedores que partían de Vigo. Un trabajo que generó unas ventas de 1,3 millones de euros el año pasado.
Tras cinco años de «armonía» empresarial, Coren decidió romper el acuerdo de suministro a Outro Polo y quedarse con todo el negocio. Es decir, con las patas de pollo, la maquinaria especial y, lo más importante, con el negocio de vender en China y en el sudeste asiático.
Con lo cual Outro Polo se ha quedado «compuesta y sin patas de pollo«. Este litigio está actualmente en los juzgados y no sabremos cómo terminará.
Lo que más nos sorprende, y no tenía ni idea, es que con las patas de pollo que me he comido a lo largo de estos años (mi abuela y mi madre las guisaban de maravilla), y ahora me entero que están prohibidas para consumo humano.