Uno de los platos que más degustaba (que no elaboraba), cuando estuve viviendo cinco años en Córdoba, era el flamenquín cordobés. Un rollo de carne de lomo de cerdo relleno de jamón serrano y queso, rebozado en huevo y pan rallado para después freírlo en aceite. En Córdoba es normal que te sirvan el flamenquín con un buen montón de patatas fritas, mahonesa y un poco de lechuga. Pero como estamos preparando la campaña de verano, nosotros sólo nos hemos quedado con la ensalada. Además, el lomo de cerdo lo hemos sustituido por secreto ibérico.