Codorníu tendra que pagar a Freixenet 7 millones de euros para poner fin a un conflicto que ha durado mas de diez años.
La denominada ‘guerra del cava’ se inició en 1996 cuando Codorníu denunció que Freixenet había comercializado botellas de cava sin los nueve meses de crianza mínima exigidos por el reglamento del Consejo Regulador del Cava, que acabó sancionando al grupo propiedad de la familia Ferrer (Freixenet).
Freixenet recurrió esta sanción, que fue anulada por el Tribunal Constitucional, y acusó a Codorníu de haber utilizado ilegalmente la variedad tinta «pinot noir» (que por aquel entonces no estaba autorizada para elaborar cava blanco), de excederse en los rendimientos en su finca de Raimat, Lerida, y de plagiar las botellas blancas esmeriladas de su Carta Nevada.
Codorníu puso a la venta la marca «cordón blanco», con una botella exacta al Carta Nevada.
Codorníu se ha comprometido a pagar más de cuatro millones de euros en metálico a su principal competidor en España, Freixenet, y a cederle más de dos millones de botellas blancas esmeriladas, que tenía almacenadas, valoradas en otros tres millones y medio de euros, para poner fin a la denominada ‘guerra del cava’.
En lo referente a la utilización de pinot noir para elaborar cava blanco, Raimat decidió abandonar la DO Cava para salir al mercado amparada por la Denominación de Origen Costers del Segre, cuyo presidente era entonces Magí Raventós.
Codorniu, según fuentes de la dirección, aún no ha decidido volver a comercializar su espumoso de Raimat como DO Cava pese a que ya hace un año que se reformó el reglamento permitiendo elaborar cava blanco con pinot noir.
Este conflicto empresarial perjudicó principalmente al cava catalán, con lo que a partir de ahora se abre una nueva etapa de mayor colaboración entre las grandes empresas Freixenet y Codorníu, sobre todo tras el nacimiento de Pimecava, una nueva patronal que agrupa a pequeños y medianos elaboradores, y de que ambos grupos tengan que hacer frente a los efectos del boicot al cava catalán.
La sentencia argumenta, tal y como siempre había alegado Freixenet, que la existencia de otra botella blanca de cava de una empresa directamente competidora es un caso en que «su imitación puede provocar confusión».
También recuerda el alto tribunal la jurisprudencia existente de casos anteriores como cuando los tribunales brindaron protección al envase, botella y etiqueta de Bayleys en 1994, o a Cola Cao en 1998.