No es casualidad que en «El ingenioso Hidalgo don Quijote de la Mancha» aparezcan 175 referencias culinarias. Miguel de Cervantes Saavedra era un gran conocedor de los temas gastronómicos que bullían a finales del siglo XVI y principios del XVII, periodo histórico en el que la oferta culinaria en España destacaba por su grado de sofisticación con platos sorprendentes, innovadores y de una gran vistosidad.
La cocina cervantina, un tipo de cocina que adopta las modas del Renacimiento, amalgamadas con las herencias árabes y la vieja tradición castellana, es la protagonista de «La gastronomía en tiempos de Cervantes«, una obra para conocer la alimentación y las costumbres culinarias de la época escrito por Julio Valles, ingeniero, investigador sobre cocina histórica y dos veces Premio Nacional de Gastronomía, además de ser el Presidente de la Academia Castellana y Leonesa de Gastronomía y Alimentación.
En La gastronomía en tiempos de Cervantes, Julio Valles aborda cómo eran la alimentación y las costumbres culinarias en esta época, además de plasmar unas cuantas elaboraciones, tomando como referencia los mejores recetarios de la época, como por ejemplo un «Platillo de truchas y berzas», «Gigote de carnero», «Capón relleno con ostiones», «Garbanzos dulces con membrillos», «Manjar blanco de gallina», «Olla podrida», o «Lechuga rellena para días de pescado», entre otras cuantas recetas.
La gastronomía en tiempos de Cervantes
Este libro comienza analizando la obra literaria del literato y la de otros coetáneos para continuar desgranando documentos históricos, fragmentos literarios, recetas de cocineros famosos y facilitando un glosario de casi 1.300 términos de productos, platos, utensilios y medidas, entre otras cosas. Como en casi todos los tiempos, el vino también es esencial y por ello en esta obra no podía faltar.
La obra se enmarca en un escenario de lento pero continuo cambio en el modo de comer de todas las clases sociales: las bajas y medias, ansiando acceder a los platos que eran hasta entonces privilegio de los poderosos, y las clases altas, apeteciendo los platos más característicos de los desfavorecidos, como la casquería. Un producto que hace años sólo se servía en tabernas y tascas y hoy en día no suele faltar en la carta de cualquier restaurante de postín.