Cuando a una persona se le diagnostica una alergia a algún alimento, tras su primera reacción y sus posteriores pruebas médicas, entra en un mundo desconocido para ella y tiene que empezar a investigar sobre los procesos y aditivos empleados por la industria, para adquirir aquellos conocimientos que le permitan cambiar su manera de comer sin consecuencias negativas para su forma de vida.
Si esta persona se trata de un niño, la situación acaba por convertirse en alarmante para los padres que tienen que estar constantemente encima de lo que el niño va ingerir.
Los primeros momentos de convivencia con un proceso alérgico alimentario son complicados. El paciente no tiene nada de información y los familiares que les rodean no saben muy bien como «reaccionar» ante esta nueva enfermedad que resulta un tanto misteriosa, y en algunos casos no se le toma tan en serio como ella se merece.
Una vez se sabe a ciencia cierta a que alimentos se les tiene alergia, el paciente y sus familiares ya saben que productos puede tomar y cuáles no.
Para todas estas personas, y sobre todo para las «primerizas» en este tipo de situaciones, el libro «Cocina fácil para alérgicos» puede serles de gran ayuda a la hora de planificar la alimentación de una persona alérgica a algún alimento.
Cocina fácil para alérgicos está dividido en dos partes la primera, escrita por la alergóloga Susana Monzón Ballarín, nos explica cómo la alergia es un mecanismo de defensa que se manifiesta con distintos tipos de trastorno y describe los principales alérgenos alimentarios (huevos, leche de vaca, pescados, legumbres, frutos secos, mariscos etc.), para concluir con una serie de normas prácticas y precauciones a adoptar.
La segunda parte de este libro, está compuesto por un recetario del autor, Pablo Murillo López, a base de platos sencillos de preparar, elaborados a partir de ingredientes de fácil acceso y al gusto de la sociedad española y están divididas en papillas para bebés, primeros platos, segundos, postres y salsas.
Si bien cada alergia alimentaria es un mundo, es un mundo que tiene que compartir tanto el enfermo como sus familiares, que en muchos casos tienen también que cambiar su forma de alimentación y quitar de su dieta, cuando la comparten con el paciente, el alimento «maldito».