Imprescindible para reposteros y amantes del cacao, este libro del gran maestro chocolatero belga Pierre Marcolini nos invita a descubrir los secretos del chocolate a través de un viaje de Méjico a Indonesia pasando por Camerún o Madagascar para descubrir los aromas de las mejores plantaciones del mundo y aprender a trabajarlo.
De la editorial Librooks, este libro supone una deliciosa inmersión en el universo del cacao partiendo de un viaje a los territorios de origen para aprender a trabajarlo desde el haba a la tableta: cómo tostar las habas, amasar y atemperar diferentes variedades de chocolate, y preparar deliciosas elaboraciones.
El que fuera gran campeón del mundo de pastelería nos propone las mejores recetas con las que dominar todas las versiones del chocolate —crujiente, cremoso, en salsa, etc. — y realizar suntuosas tartas, bombones, platos salados y otros dulces.
Habas ahumadas con heno, Tierra de cacao, Hojaldre de chocolate, Sacher con nísperos, Tableta de chocolate rústico con habas crudas, Helado de chocolate e hinojo confitado, Trufas con sésamo negro y sake, Infusión de cacao, Lomo de bacalao empanado con cacao y hasta 170 creaciones más.
Un bonito libro de colección que nos inicia en este universo del cacao a cargo de un gran maestro y ensalzado por las magníficas fotografías de Marie Pierre Morel.
Pierre Marcolini, autor de Cacao
Nacido en 1964 en Charleroi, Bélgica, en una familia de orígenes italianos, Pierre Marcolini sabía desde los 14 años que quería convertirse en chocolatier.
En 1983, tras finalizar sus estudios, se convirtió en chef pastelero y empezó a trabajar junto a muchos de los mejores profesionales de Bélgica. Tras numerosos logros, premios y reconocimientos, en 1995 fue coronado “Campeón del mundo de pastelería”.
Marcolini siempre ha ido a contracorriente: a principios del siglo XXI, tomó la decisión de crear sus chocolates según la filosofía “del haba a la tableta”, seleccionando las habas en persona y trabajando cuidadosamente en cada proceso hasta llegar al producto final.
Su perfeccionismo, creatividad y ética profesional lo han convertido en un embajador del arte de la Alta Chocolatería.