En los últimos días se ha publicado en diversos medios que la ministra de Agricultura ha comentado que Sanidad impondrá duras restricciones publicitarias al vino y la cerveza en la nueva Ley del Alcohol.
En concreto, parece ser que se considerará alcohol a todas las bebidas que superen los 1,2º, por lo que todas las prohibiciones y restricciones afectarán igualmente a la cerveza y al vino.
Además, pese a que el vino está considerado como un alimento, que forma parte de la dieta mediterránea por la propia legislación española, se comenta que no se podrá beber en locales públicos si hay menores delante.
Eso, dicho así, parece demasiado drástico, puesto que llevado al extremo podría incluso impedir que se sirviese vino para acompañar las comidas. Ya sólo falta que en las iglesias cristianas también lo prohíban, porque ¿Acaso no acuden niños a las ceremonias religiosas?
Se supone que todo esto se hace con el propósito de evitar que los menores se inicien demasiado pronto en la bebida y que emborracharse se convierta en una rutina de los fines de semana. Yo creo que sobre este tema hay unanimidad en la sociedad española, pero no en las medidas que se pretenden tomar y, sobre todo, en que no se diferencien las bebidas por graduación alcohólica, aplicando las restricciones de forma consecuente.
El mismo Ministerio de Sanidad afirma que en días laborables las bebidas alcohólicas más consumidas son el vino y la cerveza, mientras que los fines de semana se eleva considerablemente el consumo de cerveza y de combinados o cubatas.
Esto nos sugiere que el vino se bebe fundamentalmente acompañando a la comida o en el aperitivo, pero con un pincho, y no en solitario como el whisky, el vodka o el ron.
A esto habría que sumarle la enorme cantidad de estudios que afirman que el vino consumido con moderación resulta beneficioso para la salud, sobre todo en el apartado cardiovasacular.
También me atrevo a asegurar que todo aquél que se inicia en la Cultura del Vino (conocer diferentes los tipos de vinos y varietales, interesarse por su origen y su elaboración, etc.) tiene infinitamente menos posibilidades de caer en el alcoholismo que los que empiezan a beber cubatas en los pubs y discotecas, o en el tristemente popular botellón.
Por otra parte, lo que no parece lógico es que desde el propio Gobierno se tiren piedras contra nuestro propio tejado, porque debemos saber lo que supone el sector vitivinícola para España (tercer productor mundial de vino y primero en superficie de viñedo), dando trabajo a centenares de miles de personas, además de asegurar una cubierta vegetal irremplazable en regiones como La Mancha.
Por otra parte, como ya hemos repetido en múltiples ocasiones, resulta terriblemente injusto que se meta al vino en el saco de los culpables del incremento de la ingesta de alcohol entre los jóvenes, a la vez que el consumo de vino no ha dejado de caer en los últimos treinta años, creo que resulta obvio que, al menos, se deberían puntualizar sus particularidades con respecto a otras bebidas en lo que se refiere al aumento del alcoholismo.