La picaresca y la visión del negocio llega al mundo de las subastas, bueno, estaba ya instalada en las subastas de arte, ahora le toca el turno al de los coleccionistas de botellas de vinos centenarios.
Según la edición europea de ‘The Wall Street Journal’, un tribunal federal de Nueva York ha iniciado la vistas en busca de indicios de delito, al tiempo que la Policía federal, el FBI, realiza en paralelo sus interrogatorios.
La investigación se centra, entre otras cosas, en averiguar si las casas de subastas, los coleccionistas o algunos destacados conocedores del sector vendieron vinos falsificados pese a mantener dudas acerca de su autenticidad.
El coleccionismo de vino ha generado en los últimos tiempos un mercado de fuerte crecimiento dentro del ámbito de los bienes de lujo.
Los coleccionistas suelen pagar miles de euros por una botella y valoran especialmente el vino francés y, más en concreto, los ejemplares de Bordeaux de los años veinte.
El temor a un auge de las falsificaciones daña la credibilidad de este nuevo mercado de vinos peculiares, vendidos a menudo lejos de las bodegas de origen.
Una revista especializada en vino, ‘Wine Spectator’, calcula que cerca de un 5% de las botellas de lujo vendidas en subastas son falsas.
La Justicia estadounidense investiga actualmente un presunto esquema delictivo de falsificación de vinos exclusivos, y ha enviado ya citaciones a algunos coleccionistas y a las casas de subastas más prestigiosas del mundo, incluidas la londinense Christie’s y la estadounidense Zachys.
La casa de subastas Christie’s dice haber incrementado la vigilancia en este asunto, mientras que Zachys destaca la sofisticación de las técnicas para averiguar si una botella ha sido falsificada.
Hasta ahora las botellas de vino más caras de la historia son: Una de vino australiano, Penfold's Garnge de 1951, vendida en subasta en Australia por 30.000 euros, un vino potentísimo a base de uva syrah, con a veces algo de cabernet sauvignon. Este significó el inicio de la producción de vinos de calidad mundial en Australia. Max Schubert, el enólogo de Penfold's, hizo el vino en secreto y en contra de la voluntad de la bodega, hasta que ésta cedió al fin y accedió a comercializarlo. Del 1951 'clandestino' sólo se elaboraron tres barricas de roble americano: un millar de botellas. La segunda más cara fué una de vino francés Romanée-Conti del año 1875, vendida por 28115 euros. El legendario borgoña fue comprado hace seis años al 'merchant' de vinos británico Whitwhams por Enrico Garzaroli propietario del hotel Graycliff, el vino fue transportado en avión en perfectas condiciones y mantenido desde entonces en una bodega con aire acondicionado a una temperatura (14º C) y una humedad invariables. Si perdiste la ocasión de pujar por él, no te preocupes, acercate al hotel Graycliff de Nassau (Bahamas), y puedes tomarte un "chato" de éste vino de Borgoña por 420 euros la copa. En España la marca Romanée-Conti la distribuye Vega Sicilia. El propietario del Graycliff, Enrico Garzaroli, opina que se trata de la última botella de RC de 1875 que existe en el mundo.
Vía: europapress