Durante nuestra reciente visita a la Ruta del Vino de Toro (#viverutavinotoro), tuvimos el privilegio de descubrir Bodegas Fariña con un guía de excepción, su director general adjunto Manu Fariña, quien nos llevó por un recorrido lleno de historia, innovación y visión de futuro.
Manu Fariña, que representa la tercera generación de la familia, es un claro testimonio del compromiso con la excelencia que caracteriza a Bodegas Fariña. Su enfoque innovador y su énfasis en la calidad y el marketing sitúan a la bodega en una posición de vanguardia dentro de la D.O. de Toro.
Comprometida con la calidad y abierta al arte y la cultura, Bodegas Fariña no solo ofrece a sus visitantes una experiencia de enoturismo integral, que incluye desde recorridos por la bodega y el viñedo hasta catas de vinos y experiencias de maridaje gastronómico, sino que también se destaca como un destino esencial para quienes aprecian el buen vino y el arte en su máxima expresión.
La historia de Bodegas Fariña
La historia de Bodegas Fariña se entrelaza con la evolución de la viticultura en la región de Toro, iniciando su viaje en 1942 en un contexto de posguerra: Salvador Fariña y Tomasa López, dejando atrás su vida en Porto de Sanabria, se asentaron en Casaseca de las Chanas, a 30 km de Toro, en la comarca de la Tierra del Vino. Allí, en una bodega cavada en piedra calcárea, dieron vida a Bodegas Porto, un homenaje a su pueblo natal y el inicio de un legado familiar que marcaría un antes y un después en la historia vinícola de Toro.
Salvador, con experiencia como comerciante en su pueblo natal, trajo consigo un espíritu inquieto y emprendedor. Sin conocimientos previos en la elaboración del vino, aprendió del saber local, iniciando así la producción de vinos que pronto se comercializarían más allá de los límites de su comunidad.
La incorporación de Manuel Fariña, hijo de Salvador y padre de Manu, marcó un cambio trascendental en la historia de Bodegas Fariña. A pesar de su desinterés inicial por los estudios académicos, Manuel descubrió su vocación en la viticultura, lo que lo llevó a estudiar enología en Requena, regresando como el número uno de su promoción. Su regreso a la bodega familiar en los años 70 fue el inicio de una era de innovación y cambio para la viticultura en Toro.
Manuel introdujo cambios revolucionarios en la elaboración de los vinos, destacando por la creación de los primeros vinos «Colegiata». Estos vinos representaban un giro radical con respecto a los tradicionales vinos de Toro, conocidos por su robustez y alta graduación alcohólica. Con una visión moderna, Manuel redujo el contenido alcohólico y mejoró los procesos de crianza en madera, otorgando a los vinos Colegiata una elegancia y complejidad que los diferenciaban notablemente.
Junto a su colaborador en exportación, José Antonio Mijares, Manuel llevó los vinos de Bodegas Fariña más allá de las fronteras españolas, logrando un reconocimiento internacional significativo. Su esfuerzo y dedicación no solo transformaron la imagen de la bodega, sino que también contribuyeron a posicionar a la región de Toro en el mapa vitivinícola global.
La entrada de España en la CEE en 1986 trajo consigo la necesidad de cambiar el nombre de Bodegas Porto a Bodegas Fariña. Este cambio marcó el comienzo de una nueva era para la bodega y la región vitivinícola de Toro. Al año siguiente, la construcción de una nueva bodega en Toro simbolizó una evolución hacia la modernidad, sin perder la esencia y las tradiciones de la región.
Manuel Fariña fue un impulsor clave en la creación de la Denominación de Origen Toro, y su primer presidente, jugando un papel crucial en el desarrollo y reconocimiento de los vinos de la región.
En la actualidad, la tercera generación de la familia Fariña, representada por su hijo Manu Fariña, continúa el legado de innovación y excelencia iniciado por su padre y abuelo. Con un compromiso constante hacia la calidad y la sostenibilidad, la bodega sigue explorando nuevas técnicas y prácticas para mejorar sus vinos y su relación con el entorno. Bodegas Fariña no solo representa la historia del vino de Toro sino también su futuro prometedor.
Bodegas Fariña: Viñedos, bodega y museo
La bodega Fariña, situada entre viñas centenarias, es un reflejo de la armonía entre tradición y modernidad. La construcción, inspirada en la arquitectura tradicional de la región, alberga en su interior tecnología avanzada para la elaboración de vinos.
El Museo de Vino y Arte de la bodega es un espacio multidisciplinar en constante renovación, donde se exhibe la Exposición de Pintura Abstracta “El Primero” junto con una colección de antigua maquinaria vitivinícola.
El viñedo
Bodegas Fariña gestiona más de 300 hectáreas de viñedo propio, empleando prácticas de viticultura modernas y sostenibles. Las variedades principales son la Tinta de Toro y la blanca Malvasía, cada una aportando su carácter único a los vinos de la bodega.
Los viñedos de Fariña están dispersos por diversos pueblos de la comarca de Toro y Tierra del Vino, aprovechando la diversidad de suelos, exposiciones y climas para orientar las producciones hacia diferentes tipos de vino. Además, la bodega mantiene una relación cercana con viticultores locales, adquiriendo uvas de viñas viejas en pie franco, un tesoro de la viticultura regional.
La bodega y los vinos
La planta inferior, situada a 5 metros de profundidad, guarda más de 1.800 barricas de roble francés y americano, donde los vinos envejecen y adquieren personalidad. Aquí, el Gran Colegiata madura 18 meses en barrica y al menos tres años en botella.
La sala de crianza, ubicada a cinco metros bajo tierra y con control riguroso de temperatura y humedad, cuenta con más de 1.800 barricas de roble francés y americano. Estas barricas aportan a los vinos de crianza una personalidad y calidad distintivas.
También se encuentran en esta planta las tinas de roble francés de 16.000 litros, esenciales para las fermentaciones malolácticas y para la elaboración de los coupages más selectos.
Las instalaciones se completan con naves de elaboración y embotellado equipadas con tecnología avanzada, clave para alcanzar los estándares de calidad establecidos por la bodega.
Además de la bodega principal en Toro, la bodega de Casaseca de las Chanas produce bajo el sello de “Vinos de la Tierra de Castilla y León” gamas como los vinos dulces Val de Reyes y la serie Modernas Tradiciones.
Estos vinos, de producción limitada, homenajean en su etiqueta las tradiciones rurales de la zona, reflejando el compromiso de Bodegas Fariña con la promoción de lo local y lo tradicional.
El Museo
En la planta superior se encuentra el Museo Fariña, una nave que alberga una colección de aperos y antigua maquinaria vitivinícola que narra la antigua forma de elaborar el vino en la zona de Toro.
Una forma de conocer la historia del vino de Toro y de 3 generaciones de una familia dedicada al mundo del vino.
El Museo, elaborado con fondos propios, está lleno de rincones especiales, cepas colgantes, barricas voladoras o mangueras de luz que simulan el llenado de los depósitos.
Además, cada año, la bodega organiza un concurso de pintura abstracta para seleccionar la obra que adornará su etiqueta. Esta iniciativa no solo promueve la creatividad artística, sino que también ha creado un espacio único donde el arte y el vino se encuentran. La bodega se ha convertido en una galería de arte en la que se expone el talento de nuevos creadores.
Enoturismo: degustar y catar vino entre obras de arte
Bodegas Fariña ofrece a los visitantes una experiencia enoturística completa, con recorridos por la bodega y el viñedo, catas de distintos vinos y experiencias de maridaje gastronómico. Estas actividades permiten a los visitantes sumergirse en el mundo del vino y descubrir la esencia de los vinos de Toro.
El enoturismo en Fariña es una oportunidad para vivir una experiencia única, en la que se combina la tradición, la innovación, el arte y la pasión por el vino.
El Museo Vino-Arte de Fariña es también un espacio multidisciplinar, donde se realizan catas, degustaciones, presentaciones, celebraciones y comidas para particulares y empresas. Un entorno singular donde el disfrute del vino alcanza su máxima expresión.
La experiencia de maridaje gastronómico
Durante nuestra visita a Bodegas Fariña, destacó particularmente la degustación gastronómica en el Museo Vino-Arte de la bodega. Esta se caracterizó por su sencillez y autenticidad, resaltando el uso de productos tradicionales de alta calidad, un aspecto que cada vez valoramos más en nuestras visitas a destinos gastronómicos.
El menú, armoniosamente maridado con los vinos de Fariña, se sirvió en un ambiente amplio y a la vez acogedor, creando el escenario perfecto para disfrutar de los sabores y aromas de la comida y el vino.
La popularidad y el éxito de la experiencia enoturística en Bodegas Fariña quedaron patentes con el lleno total de todas las mesas, reflejando el interés de los visitantes por la singular combinación de arte, historia, vino y gastronomía que ofrece la bodega. Esta experiencia no solo deleitó nuestros paladares, sino que también nos brindó la oportunidad de sumergirnos en la cultura en el enriquecedor contexto del Museo Vino-Arte de Fariña.
- El maridaje comenzó con un queso curado de oveja de la D.O. Queso Zamorano y una tosta de foie mi-cuit con confitura de frutos rojos, acompañados por el Val de Reyes Blanco Dulce, una combinación que realzó los sabores intensos y la textura del queso y el foie.
- Para los entrantes, se sirvieron espárragos «extra» de Toro con aceite de oliva virgen extra Arbequina de la casa y una ensalada de perdiz escabechada con vinagreta de miel de Sanabria. Estos platos se acompañaron con dos vinos excepcionales: Colegiata Malvasía y Fariña Lágrima, que complementaban perfectamente la frescura y los sabores complejos de los entrantes.
- El plato principal consistió en patatas con costillas de cerdo adobadas, una receta tradicional de la familia Fariña, que se maridó con el Gran Colegiata Original. Este vino, con su estructura y cuerpo, fue el acompañante ideal para el robusto sabor del plato principal.
- El postre fue una deliciosa tarta de manzana, seguida de café de puchero e infusiones acompañados de un dulce artesanal elaborado por las monjas del Monasterio del Sancti Spiritus. Para cerrar la experiencia gastronómica, se sirvió el Val de Reyes Tinto Dulce, un vino que armonizaba a la perfección con la dulzura del postre.
Cada plato, cada vino y cada momento de esta experiencia en Bodegas Fariña fueron un homenaje a la tradición, la calidad y la pasión por la buena comida y el buen vino, elementos que se fusionan en la esencia de esta bodega histórica de la D.O. Toro.
Este viaje se ha realizado gracias a la colaboración del Patronato de Turismo de la Diputación de Zamora con la Ruta del Vino de Toro.