¿Buscas un regalo diferente para foodies empedernidos? Viñas del Vero y la pastelería La Duquesita, de Oriol Balaguer, te ofrecen el regalo perfecto, y poco usual, compuesto el vino Blecua 2009 y el Panettone de gianduja y castaña.
Si maridar vinos y comida es a veces algo complicado, dependiendo de los platos que compongan cada menú, al final es una cuestión de gustos. A la hora de la verdad todo dependerá de elegir unos u otros vinos pensando en los platos que vayamos a degustar.
Por contra, otras veces nos dejamos aconsejar, ya sea en restaurantes o tiendas especializadas, por auténticos profesionales, aunque estos nos ofrezcan maridajes «imposibles» o poco usuales.
Y para armonías o maridajes poco usuales está la propuesta que nos ofrece bodega Viñas del Vero (D.O. Somontano) y la pastelería La Duquesita, de Oriol Balaguer. Nada más y nada menos que un pack especial compuesto por Blecua 2009, el vino icónico del Somontano, y un Panettone de gianduja y castaña elaborado por el reconocido pastelero.
Dos productos muy distintos a simple vista que comparten la misma filosofía en su elaboración, basada en la pasión que inicia el proceso de creación y en el culto por la materia prima.
El resultado final se convierte en una joya que potencia los sabores y las sensaciones que transmite la extraña pareja compuesta por el vino Blecua 2009 D.O. Somontano y el Panettone de gianduja y castaña.
Blecua 2009. Un vino de culto
Blecua, considerado como un vino de culto, se elabora solo en añadas excepcionales. De limitadísima producción, esta joya es fruto de la triple y exhaustiva selección de viñedos, racimos y barricas. Complejo y de gran intensidad en nariz, el mejor vino del Somontano cuenta, además, con un potencial de envejecimiento extraordinario, que garantiza un verdadero placer.
Panettone artesanal de La Duquesita. Un panettone que emociona
El panettone artesanal de gianduja y castaña es el más goloso de La Duquesita, de Oriol Balaguer, uno de los pasteleros más laureados de España. Esta exquisitez se elabora con una masa de madre de más de 50 años. Tras una cuidada preparación durante tres días, el resultado es un dulce esponjoso y muy tierno, con una humedad exquisita, notas intensas a castañas y un persistente sabor a crema de avellanas.